Los obstáculos o trámites que históricamente se establecían para acceder a los beneficios crediticios de las entidades Financieras o de los comerciantes privados que ofrecen este tipo de servicios, ciertamente se han ido disminuyendo en estos tiempos, para los interesados en obtener una deuda que pueden pagar a plazos, sin que muchas veces se analicen los riesgos asociados, entre ellos, los seguros obligatorios, las tasas de interés, o cuotas de manejo (en el caso de tarjetas de crédito) , ítems, que no son negociables con los Bancos.

Las noticias que recibimos en el mes de abril sobre el incremento de las tasas de morosidad por parte de los colombianos a la cartera de los Bancos tienen un origen, y no es precisamente la cultura de no pago de nuestros compatriotas, sino que devienen de las altas tasas de interés que en este momento cobran estas entidades financieras luego de otorgar un crédito.

En medio del comienzo de la crisis económica del petróleo y la economía de la nación, sumado al fenómeno del niño, la tasa de inflación es del 8%[1] y continua subiendo, y los grandes huecos fiscales de este Gobierno, nos encontramos que La Junta Directiva del Banco de la República en sesión del 18 de marzo, decidió incrementar en un 32% las tasas de interés de intervención[2], lo cual impacta directamente en el consumo de créditos, dentro de la exposición de motivos encontramos unos que llaman particularmente la atención:

“(…)En febrero el Índice de Confianza del Consumidor volvió a registrar niveles históricamente bajos y la incertidumbre sobre la persistencia de este bajo nivel y su impacto sobre el gasto de los hogares sigue siendo elevada. La tasa de desempleo urbano presentó un repunte importante, especialmente en Bogotá. (…)

En síntesis, persiste una brecha significativa entre el gasto y el ingreso nacional. Los altos incrementos en los precios de los alimentos y el traspaso parcial de la depreciación a los precios internos continúan ejerciendo presiones sobre la inflación. Las expectativas de inflación se mantienen elevadas y el riesgo de una desaceleración de la demanda interna que exceda el deterioro del ingreso nacional sigue siendo moderado. Con el fin de asegurar que la inflación converja a la meta en 2017 y contribuir a la reducción del déficit de cuenta corriente, la Junta Directiva decidió continuar con la senda de incrementos de 25 pb en la tasa de interés de referencia. (…).”[3]

De manera que lo difícil no es endeudarse, sino tener la capacidad financiera para afrontar los incrementos de los valores que mensualmente van a pagar los colombianos que le deben al sistema bancario, porque como se dijo, la nueva tasa de interés es del 32%, esto quiere decir que las cuotas que debe pagar por sus crédito aumentaron extraordinariamente, y aquí es ostensible cómo este Impuesto es indirecto y recae sobre todos los ciudadanos que tienen créditos, sin distinción de sus condiciones económicas o de los efectos desiguales.

El balance es peligroso y la pregunta que surge es entonces, hasta qué punto soportan la situación los colombianos de la clase media y baja, quienes resultan ser los individuos más golpeados al final, ya que sufren un porcentaje de inflación superior al porcentaje de incremento de su salario mínimo, adicional a ello, deben hacer cara al desbordado aumento de los precios de los alimentos, la devaluación del peso, y a la pronosticada reforma tributaria que busca, entre otras cosas, ampliar tres puntos del IVA (del 16% al 19%) y gravar más elementos de la canasta familiar.

Recuerde que en lo posible, lo recomendable es alejarse del sector Bancario, y huirle a esas llamadas constantes donde lo califican como un excelente usuario del sistema para ofrecerle créditos que pueden resultar sorpresivamente impagables.

LINA MARCELA BOLAÑOS MEJÍA

[1] http://www.dinero.com/economia/articulo/inflacion-en-colombia-en-febrero-de-2016/221133

[2] http://www.banrep.gov.co/series-estadisticas/see_tas_intervencion.htm

[3] http://www.banrep.gov.co/es/comunicado-18-03-2016

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