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Las claves para la continuidad de Rajoy

Juan David García

Profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana y analista político

La democracia española, como casi cualquier democracia parlamentaria del hemisferio occidental, es difícil de interpretar, y también es difícil entender la forma en que los poderes se ajustan, se acomodan o se equilibran entre sí, por la complejidad misma del sistema. Aunque no se cumpla en su totalidad el principio de la separación de poderes, sí se puede percibir que la competencia partidista por los distintos espacios de poder, es más racional y franca que en otras democracias, como las presidencialistas latinoamericanas.

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El resultado de las elecciones generales celebradas el 26 de Junio, es un reflejo de esta realidad y, desde luego, de la coyuntura política y económica que vive España. Sirvió para confirmar lo que ya estaba claro en las generales de hace seis meses: que los españoles siguen prefiriendo a los dos partidos hegemónicos (el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español), y que las nuevas alternativas, representadas por Podemos (el partido del candidato Pablo Iglesias) y Ciudadanos (del candidato Albert Rivera), si bien han entrado con fuerza al Congreso de los Diputados y están cada vez más presentes en la vida política del país, se encuentran todavía en su fase de institucionalización y deben conectarse con los intereses actuales de las mayorías.

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La preferencia evidente en éstas y en las anteriores elecciones generales por el Partido Popular, que obtuvo 137 escaños en el Congreso de los Diputados (14 más que en Diciembre, cuando consiguió 123), demuestra que un sector considerable de la ciudadanía ratifica su apoyo al partido gobernante, por el éxito relativo de las reformas macroeconómicas orientadas a impulsar el crecimiento del PIB, que se había contraído durante los años más duros de la crisis y volvió a ser positivo a partir de 2014, cuando se situó en el 1.7%, y al día de hoy es superior al 3%. El desempleo, del 26% en 2013, disminuyó al 22% en 2015 (un cambio tímido, pero en todo caso positivo), y la productividad laboral se incrementó, como resultado de algunas modificaciones importantes al régimen laboral. Otras reformas, que pasan por el sistema tributario, pensional, de salud y el educativo, siguen pendientes y enfrentan una gran oposición, tanto en el ámbito partidista como en los escenarios de decisión de la Unión Europea.

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Mientras tanto, el PSOE, liderado por Pedro Sánchez y con quien probablemente deberá pactar Rajoy para formar gobierno, mantiene su tendencia negativa, obteniendo 85 diputados, cinco menos que en las elecciones de Diciembre, cuando había alcanzado noventa (y este ya era su peor resultado electoral desde la Transición de 1978).

 

Por su parte, la coalición Unidos Podemos, de alrededor de siete partidos y movimientos de izquierda, consiguió 71 diputados, solo dos más que en la anterior elección. Y Ciudadanos, el partido emergente de Albert Rivera, pasó de 40 a 32 diputados. Puestas las cosas en perspectiva, aunque ahora en conjunto con el PSOE, Mariano Rajoy, arriesgando su popularidad y en el centro de la crisis de legitimidad de su partido, continuará gobernando España.

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JUAN DAVID GARCÍA RAMIREZ.

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