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La paz no está en la Habana

“Otra Visión sobre la verdadera Paz que requiere el país, donde la Habana solo hace parte de una treta malévola diseñada con otros fines. La recuperación de los valores patrióticos, la familia, el respeto y la tolerancia hacen parte de la construcción de un nuevo país.”

Christopher Rivers

Muchas veces nos dejamos llevar por lo que dicen los medios de comunicación y más por lo que dice el gobierno en cuanto a la paz, influyen tanto en nuestras vidas que nos hacemos a la idea que en verdad la paz de Colombia está dada en la mesa de negociación con los terroristas de las Farc, a tal punto, que nos convencen de tener que aceptar lo inaceptable volviéndonos ciegos y resignados, a eso le llamo yo: "Pedagogía para la paz de Juan Manuel Santos".

 

Lastimosamente, hoy tengo que aterrizar a mucho incauto que anda por ahí deambulando, y decirles que la paz no está en La Habana y mucho menos debemos creer el cuento de la pedagogía para la paz del presidente de la República. La verdadera paz la construyes tú mismo, primero tenemos que empezar a cambiar lo que está mal en nuestras vidas como por ejemplo: la intolerancia (soy uno de ellos), el irrespeto por el que piensa diferente, el olvido de los valores, la ignorancia, entre otros.

 

Cuando hacemos este recorrido interior podremos exteriorizar con hechos nuestras actitudes, así mismo, el deber ser de las cosas es fortalecer la educación del hogar, enseñándoles a nuestros hijos valores como el respeto, la libertad, la bondad, la justicia, la igualdad, el amor, la responsabilidad, la honradez, la solidaridad, la verdad, la valentía, la amistad, el honor y la paz. Debemos enseñarles lo que hace muchos años se perdió como el amor por la patria, el respeto por nuestros mayores, el acatamiento de la ley y el respeto por los símbolos patrios.

 

Desde ahí es que empezamos a sembrar y construir paz, educando los niños para erradicar los problemas del futuro. Mientras que no nos convenzamos de esto el futuro será el mismo.

 

La cultura narco y la corrupción se enquistaron en todos los niveles de nuestra sociedad, un mal que nos está carcomiendo; ya los jóvenes no quieren trabajar sino ganar buen dinero con poco esfuerzo; el tener un arma y un fusil es lo que da poder y no las ideas y el intelecto; nos acorralaron los bandidos y hoy por hoy se premia la delincuencia con indultos y con prebendas. Vivimos en una sociedad donde se asesina por un celular, donde se quiere vivir fácil; se perdió el honor de servirle a la patria y del realizar un trabajo fuerte y honesto; hoy día, lo extraño es encontrar colombianos que quieran superarse y salir adelante mediante el trabajo y el estudio, y nos sorprendemos con hechos o acciones que deberían ser normales en una sociedad civilizada, por ejemplo, cuando una persona devuelve una suma de dinero que se encuentra y no le pertenece, esto nos sorprende tanto que se convierte titular de noticiero. Vivimos en un país donde elegimos ladrones populistas encorbatados para que manejen el dinero estatal y en contraprestación, lo único que recibimos de ellos son tejas, ladrillos y cajas de lechona, mientras, muy campantes se roban los dineros públicos; lo peor de todo esto, es que terminamos indignado porque la caja de lechona salió vencida.

 

La paz de La Habana es tan solo un mensaje utópico, porque la verdadera paz está en nuestras manos, poniendo en ejecución una real democracia participativa, donde verdaderamente se pueda elegir gobernantes a conciencia, donde se erradique la corrupción y la cultura narco, reemplazándolas por cultura política, cultura educativa, cultura ambiental, inclusión social etc. Todas las anteriores al servicio de la patria para construir país; esto no es fácil y más en una nación como la nuestra donde se deben sanar muchas heridas, pero por lo menos tenemos la opción desde ya de hacer lo correcto para construir futuro.

 

Por esta razón, saquémonos desde ya el casete que después que le den a las Farc todo lo que están pidiendo vamos a ser felices, al contrario, apenas empieza lo más difícil; ganaran ellos, nosotros no.

 

Por eso la invitación que quiero hacer en este artículo, es a que empecemos desde nuestros hogares a construir la verdadera paz para que podamos recoger los frutos en el futuro. Y obvio, no podemos ser cara dura con lo que está sucediendo en la actualidad, por eso debemos de prepararnos para afrontar lo que viene, y eso implica fortalecernos a conciencia desde la academia, educando a las personas para que puedan salir de la ignorancia sistemática a la que estamos sometidos todos los días por los detentadores de poder. Hagamos una oposición firme haciendo valer la democracia y la libertad, esa es una consigna permanente para la construcción de la República.

 

Quiero terminar con las palabras de Edmund Burke, en reflexiones sobre la revolución francesa y que me parece muy oportuno recordarlas: “Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada”. Para no olvidar que los buenos somos más.

 

CHRISTOPHER RIVERS

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© 2016 por Trinchera Academica Patriota

 

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